Las olas del mar danzan al ritmo del tiempo, llevando consigo la esencia de la vida. (Autor desconocido).
Cuenta la leyenda familiar, que mi bisabuelo José “El Rosilla”, a sus ochenta y muchos años, cada día miraba a la mar, apoyado en el poyete de la casa familiar en primera línea de playa, su mirada dirigida hacia levante, la zona de pesca de sus barcas, sobre todo la mayor, la Maria del Carmen (hoy en día en el Museo Marítimo de Barcelona), en la que bogaba mi abuelo Juan Antonio para observar como venían las redes y sobre todo poder ver sacar el copo. Esperaba verla pasar por el saliente de la cantera de Almellones, aquel lugar que llamaban “El Deo”
Aquél día, me contaba el primo de mi madre, Manuel Rosa que su abuelo José, intuyó que la barca, a pesar de la fuerza de los jabegotes, avanzaba lentamente. Era señal que el copo venía lleno de boquerones. Y desde su casa dirigió sus pasos hacia la playa del Chanquete.
Aligeró el paso y cruzó el Rio Gálica, en aquellos días totalmente seco, sin agua, pero con las enormes piedras que las correnteras desde los montes dejaban en su correr hacia la mar. Con tan mala fortuna que cayó y fueron sus huesos los que se rompieron y frustaron su caminar en la vida.
Hoy en día, miro ése lugar y todo ha cambiado, hasta el nombre, ya no es “El Deo”, lo han denominado “finamente”, ahora lo llaman “El Dedo”. Y así han colocado unas grandes letras para que ése lugar no quede en el olvido.
Pero sí que han olvidado el origen del nombre, el por qué el “Deo”, existen varias versiones:
Decían los paleños de antaño que El Deo se llamaba así porque cuando alguien preguntaba ¿Dónde finaliza El Palo? Los lugareños señalaban y decían: al final del deo.
También hay otras explicaciones, en base a señalar y decir “al final del deo” cuando alguien preguntaba donde estaba el Restaurante Almellones.
La versión más creíble dice, que antes de barrenar la cantera de Almellones, donde hoy se ubica el Puerto Deportivo, si miraban hacia levante desde las playas de El Palo, se veía el saliente de la cantera, que parecía un “deo” de piedras que entraba en la mar.
Aunque cuenta la historia de los paleños antiguos, que hubo un naufragio frente a las Costa del Chanquete, justo al lado del saliente de las piedras de Almellones, cuando llegaron a la orilla quienes se salvaron, se pusieron de rodillas y entonaron el “Deo Gratia” (Gracias a Dios).
Escuché en una ocasión que en las grandes rocas, existía grabada la palabra DEUS. (En latín Dios, se dice Deus que va declinando a Dei, Deo…).
La que más me gusta a mi personalmente, es aquella historia que dice que en tiempo de los Romanos del Galica, allá por el 50 antes de Cristo, los gladiadores e incluso los soldados romanos hacían luchas en las playas de El Palo y que como ya hemos visto en las películas, quien decidía el ganador, alzaba su dedo pulgar. (Creo que hemos visto muchas películas de romanos).
Y no olvidemos, que allí, en El Deo, además del merendero Almellones, El Chanquete, existía “El Deo”.
Desde éste pequeño y humilde rincón que es “Mi Cocina”, reivindico aquel “Deo” de antaño, y no “El Dedo”, sin olvidarnos que los malagueños sobre todo antiguamente, nos "solemos" comer la última "D" a la hora de hablar, detalle que quedó grabado en mi recuerdo, como aquellas casas blancas, encaladas tiernamente adornadas con macetas, con flores ; como las barcas varadas en el rebalaje que olían a alquitran, a salitre, a pescado.
A las playas donde los caballones de arena amontonados soportaban el peso de los espetones, de las moragas de sardinas, con sus chasquidos de rescoldos de los merenderos que perfumaban el ambiente, desde El Deo hasta el Arroyo Jaboneros.
De los aromas a tomillo, romero, jara y mastranto que crecían en los campos que abrazaban las playas paleñas, a donde se subían por el Arroyo Jaboneros o el Gálica, aquel arroyo donde “El Rosilla”, mi bisabuelo José, se cayó mirando a la mar.
Hoy, una vez más vuelvo a El Palo, orgullosa de mis orígenes marengos, con una receta con productos que podrían haber sido “paleños”.
¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES PARA LOS BOQUERONES:
8 boquerones grandes (de los de mayor tamaño que podemos encontrar en nuestras pescaderías de confianza), 2 dientes de ajo, perejil fresco (sólo las hojas), pan rallado el que admita. En su lugar, antiguamente también usaban el pan asentado del día anterior), un huevo de tamaño XL, 2 cucharas soperas de leche entera, una o dos hojas de acelga (sólo la parte verde), 50 grms. de pasas y 50 grms. de piñones, sal, harina de trigo para rebozar y aceite de oliva virgen extra para freir.
INGREDIENTES PARA LA CREMA DE QUESO:
Una cucharada sopera de mantequilla, un vaso mediano de leche entera, dos cucharadas soperas de maicena, 50 grms. de queso de cabra, sal.
LOS PASOS A SEGUIR:
Poner la leche en una cacerolita y ésta en el fuego, procurando que no llegue a hervir, con templarla es suficiente. Mientras se calienta cortar el queso en trocitos pequeños.
Una vez caliente la leche, incorporar los trozos de queso, aplastando bien y removiendo hasta que se vaya derritiendo; en ése momento añadir la maicena, poco a poco a fin de que se disuelva bien y no se haga grumos y se consiga una textura homogénea.
En otra cacerola pequeña, poner a fuego medio y añadir la mantequilla, una vez que se derrita y en ése momento verter la leche y batir la mezcla con una varilla procurando que queden todos los ingredientes bien integrados.
Quitar la cabeza y las tripas de los boquerones. Abrir como si fueran un libro, procurando que no se separen los dos lomos, retirando con cuidado la espina.
Enjuagarlos bien a fin de que suelten la sangre. Pasarlos a un plato escurriéndolos o secándolos con papel de cocina y sazonarlos ligeramente. Reservar.
Pelar los ajos retirándoles el germen, la raíz interior y picarlos en trocitos muy pequeños. Lavar la hoja de acelga y picar en trocitos pequeños junto con las hojas de perejil.
En un cuenco echar el pan rallado, la clara y la yema del huevo, la leche, el ajo, el perejil, la acelga, las pasas picadas en trozos pequeños, los piñones y salar al gusto. Mezclar bien todos los ingredientes hasta conseguir una pasta compacta (si es necesario echar más pan rallado).
Coger un boquerón y rellenar a lo largo de uno de los lomos con la masa, tapándola con el otro lomo del pescado, presionando ligeramente de forma que quede compactado (se puede dar el grosor que desee). Repetir la operación hasta terminar con todos los boquerones.
Ir depositándolos sobre la harina de forma que ésta cubra toda la superficie tanto de los lomos de los boquerones como la masa del relleno.
En una sartén echar abundante aceite de oliva virgen extra y poner a fuego fuerte. Cuando el aceite comience a humear, ir introduciendo los boquerones sacudiéndolos previamente del exceso de harina.
Ir friéndolos en pequeñas tandas, dándoles la vuelta hasta conseguir que queden dorados uniformemente, con cuidado de que no se lleguen a quemar.
Ir sacándolos de la sartén, colocándolos sobre papel absorbente.
PARA SERVIR:
Colocar una base de la crema de queso, sobre ella los boquerones rellenos y encima las huevas de arenques.
En reconocimiento a Antonio (DomVinos) del RESTAURANTE ARABOKA, donde me inspiré para realizar éste plato mar y montaña tan malagueño.
¡¡ Buen provecho !!